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¿Qué sería del ciclismo sin la participación ciudadana?

En el Distrito Federal y Guadalajara ha crecido exponencialmente el número de ciclistas. Pero no es coincidencia, es resultado del arduo trabajo de ciudadanos que ven hacia el futuro, les preocupa el ambiente y su salud.

La ciudad de México creció como crecen muchas otras ciudades en el mundo. A veces de forma desordenada, en algunas zonas más planeada pero siempre a costa de los habitantes y sus necesidades. La explosión demográfica del Distrito Federal fue especialmente fuerte alrededor de los años 80.

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Como también ocurre en otras tantas ciudades del mundo, no se desarrolló una ciudad para que los ciclistas pudiesen andar, sino una donde los carros tuvieran más movilidad. Más en los años 90, cuando la capacidad para adquirir un automóvil se fue extendiendo a más sectores de la población que antes.

Hoy en día, tenemos una ciudad con demasiados automóviles, tráfico y vías insuficientes. Y el problema sería mucho mayor si no fuera porque, algunos ciudadanos se han dado a la tarea de no sólo andar en bicicleta, sino de difundir la idea de que es una opción saludable, barata y limpia de transporte.

Gracias a estos esfuerzos, hoy en día se cuenta con más infraestructura para ciclistas: Ciclovías en algunas partes de la ciudad, la opción de usar las bicicletas públicas en ciertos puntos de la ciudad, o Ecobici, y al menos la conciencia de los automovilistas de que también los ciclistas comparten el espacio.

En realidad ha sido un gran esfuerzo por parte de muchos ciudadanos preocupados por la seguridad, sustentabilidad y su salud que los ciclistas han ido ganando terreno en México. Y aunque el Distrito Federal aún es una especie de campo de batalla en donde los esfuerzos no pueden detenerse todavía, Guadalajara nos lleva la delantera, pues está en las listas de las ciudades más amigables a los ciclistas a nivel mundial. Pero eso también ha costado un gran esfuerzo ciudadano.

De hecho no sólo eso, también ha costado vidas. Porque las personas que viajan en bicicletas muchas veces terminan siendo las más desprotegidas, porque en este país, la cultura de la bicicleta aún no es tan fuerte y el que decide andar a dos ruedas, termina haciéndolo bajo su propio riesgo. En especial, cuando aún no era tan popular como lo es ahora.

Este es un pequeño homenaje a todas esas personas que aportan horas de sus días, mucho esfuerzo, dedicación e incluso sus propias vidas para tener ciudades más sustentables.

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