Pero empecemos por el principio, antes de que tengan la idea equivocada sobre esta confesión. Hace unos años, discutía con amigos que solían decir que yo tenía un cierto fetiche por los gorditos. Me negué a dicha afirmación, aunque mis tres últimos exes del momento eran gorditos.
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Pero de momento no me lo tomé en serio. Porque en realidad pasan varias cosas conmigo. Yo no soy un ente visual, no es que vaya por la calle y vea un gordito y de inmediato piense “Mmmm… un gordito, que bueno está”. No señores, lamentablemente no funciona así.
La razón real porque he decidido confesarlo, fue porque este sábado pasé del nivel subconsciente. Me encontraba en el Auditorio Nacional viendo la transmisión en vivo de una Ópera desde el Met de Nueva York. Esta vez estaban pasando la ópera Troyanas de Berlioz. Una ópera francesa de la época napoleónica que narra las aventuras de Eneas, desde la caída de Troya a la fundación de Roma.
Y ahora una aclaración rápida, normalmente me gustan las voces graves, siempre. Así que por lo general no me atraen mucho los protagonistas de las óperas, quienes suelen ser tenores. Pero esta vez, el joven Eneas, fue interpretado por Bryan Hymel, en la foto de arribita y tenía un no sé qué que qué sé yo, que se convirtió de inmediato en mi amor platónico de la temporada. La gran sorpresa, para mí, es que también es gordito.
Más allá de eso, me da hasta un poco de risa que todos buscamos ser cierto estereotipo de belleza, y a final de cuentas, sin importar eso que dictan las distintas modas y tendencias en el tipo que todos “deberíamos” buscar, siempre hay alguien que busca exactamente lo que somos, así sin cambiar nada.
Aunque creo, es de aclarar el hecho de que aunque una persona te atraiga, necesita de más que su aspecto físico para llegar a algo. Pasa con cualquiera, aunque te gusten los musculosos o los flacos. A final de cuentas, ¿para qué querría a ese estereotipo perfecto si no tuviéramos nada sobre lo que conversar?
¿Qué tipo físico de hombres es al que a ustedes les gusta?