Un músico que comenzó en los 80 en el hardcore punk y que ha calado hondo en la escena mundial por su particular apuesta por la música electrónica desde los 90, también lo ha estado haciendo en términos discursivos, siendo referente de los nuevos valores de la sociedad como la consciencia animal que busca liberarlos de la explotación humana. Es activista reconocido de izquierda y compartió un movimiento con Michael Moore contra Bush.
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En una reciente entrevista con PETA, extraída de Ladyverd, Moby explica porqué es vegano. Pon atención:
“Cuando estaba en el instituto, tocaba en una banda de hardcore punk. Mis amigos y yo nos alimentábamos a base de McDonnalds y Burger King. Conocíamos a algunos veganos y vegetarianos, pero pensábamos que eran unos colgados. Teníamos 15, 16 años y llevábamos la dieta americana perfecta basada en comida basura. Pero siempre me perseguía esa vocecita interior que me decía “si te gustan los animales, probablemente no deberías comértelos”. Durante un tiempo intenté ignorar a la voz pero una vez, cuando tenía 18 años, estaba con mi gato, que se llamaba Tucker y al que yo adoraba, y de pronto me di cuenta de que yo haría cualquier cosa para protegerle. Quería a Tucker más que a cualquiera de mis amigos. Y, por supuesto, no me lo comería, así que fue ese pensamiento el que me llevó a ser vegetariano. Después empecé a informarme sobre la producción de carne, lácteos y huevos, lo que me condujo a ser vegano. Llevo 24 años siendo vegano.
Para mí, la mejor forma de transmitir la causa del veganismo es tratar a la gente con respeto, respetar su forma de ver las cosas. A veces es difícil: cuando la gente no está de acuerdo con nosotros, nos entran ganas de gritarles. Lo cierto es que, cuando me hice vegetariano y vegano, me convertí en un vegano enfadado. Me metía en discusiones, les levantaba la voz para hablarles del veganismo… Pero me di cuenta de que, cuando gritas, la gente no te escucha. Aunque tengas los mejores argumentos del mundo, lo único que oyen son los gritos.
La producción industrial de animales destruye todo lo que toca. Destruye a los animales, a los trabajadores, a las comunidades y a los consumidores de sus productos. Los únicos que se benefician de la producción industrial de animales son los accionistas de las multinacionales. Cuando la gente me pregunta qué tienen de malo los lácteos y los huevos, mi respuesta es “la producción industrial”. La gente suele creer que los pollos viven felices en el campo de una granja. La realidad es que viven hacinados en enormes naves de cría. Es horrible: 500.000, 750.000 pollos encerrados en las peores condiciones que te puedas imaginar. Esto puede resultar extraño, pero personalmente opino que los huevos y los lácteos son peores que la carne: para su producción, se obliga a las vacas y las gallinas a vivir en unas condiciones de sufrimiento que ni siquiera puedo imaginarme.
El mayor mito de la industria de la alimentación es que sus métodos de producción no implican sufrimiento. Tanto la carne como los huevos y los productos lácteos son el resultado de un sufrimiento inimaginable. La mayoría de las industrias no tienen por qué mentir a la gente a quienes venden sus productos. Sin embargo, todos los datos que creemos conocer acerca de la producción de carne, lácteos y huevos son mentiras… incluso las imágenes que nos muestran. Ves en un camión en el que pone “La Granja de Joe” un cerdito sonriente y una gallinita feliz. Y, si te acercas a “La Granja de Joe” te encontrarás con las peores condiciones que puedas imaginarte, más sufrimiento del que debería existir en el planeta.
Mi consejo para la gente que está preocupada por el sufrimiento animal y se pregunta qué puede hacer para evitarlo, sería: encuentra una forma de llevar a cabo un activismo continuo. El mundo siempre ha estado lleno de mal e injusticia, y a muchos de nosotros nos gustaría apretar un botón y arreglarlo sobre la marcha. Sin embargo, esto no es posible. Así que tenemos que imaginarnos una forma de activismo inteligente para poder seguir trabajando cada día durante el resto de nuestras vidas. Esto implica no quemarse, tomarse vacaciones, hacer cosas divertidas, relajarse de vez en cuando. No tiene sentido trabajar siete días a la semana, 365 días al año en el activismo por los animales si solamente puedes hacerlo durante dos años.”