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Chile: A propósito del Día de la Chorrillana

Una preparación contundente, colectiva y económica.

En algo que ya se viene haciendo una costumbre, nuevamente un restaurante santiaguino decidió -por asuntos de marketing- inventar una efeméride culinaria. En este caso fue  La Chimenea, que hoy celebra su “Día de la Chorrillana”. Y más allá de las consideraciones que uno pueda tener con estas estrategias marqueteras de los restaurantes, igual es una buena oportunidad para hablar de esta preparación tan popular entre los chilenos.

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Primeramente, para quienes nos leen fuera de Chile, hay que aclarar que nuestra Chorrillana no tiene nada que ver con la modalidad “a la chorrillana”, que conocemos en diferentes platos peruanos. Porque la Chorrillana chilena consiste básicamente en un generoso plato de papas fritas que es coronado con un revuelto de carne picada, cebolla frita y huevos.

Algunas voces declaran que este plato vendría cocinándose desde la Guerra del Pacífico y que la receta habría nacido entre tropas chilenas que participaron de la Batalla de Chorrillos, de ahí su nombre. Sin embargo, otras versiones sitúan su origen en el tradicional restaurante Jota Cruz, de Valparaíso, donde se habría inventado a inicios de la década del setenta.

Más allá de las dudas en cuanto a su origen, lo que está claro es que la Chorrillana es un plato contundente, proteico y por lo general económico. Por lo mismo, se hizo famoso primero en el circuito universitario de Valparaíso para luego pasar a estar en cartas de variados tipos de locales en el resto de Chile. Y así, entre tanta oferta, también surgieron algunas variaciones del plato, como lo son el usar mejores cortes de carne, incluir trozos de algún embutido y poner los huevos fritos en vez de revueltos. Todas estas adecuaciones apuntan a mejorar la experiencia de los comensales que piden una Chorrillana, sobre todo tratando de corregir la sequedad del plato, algo que suele pasar con la versión clásica.

Pero más allá de las distintas versiones de la Chorrillana, la principal característica de esta preparación es que se trata de un plato grupal, que se comparte entre varios comensales. Si a eso le agregamos que es potente y -como ya dijimos antes- de buen precio; no es extraño que la Chorrillana sea haya convertido en un plato por excelencia nocturno, de esos que se deciden consumir antes de una noche de fiesta o -mejor aún- bien de madrugada, para seguir celebrando pero con algo sólido en el estómago para así aguantar de mejor forma el exceso de alcohol consumido (o por consumir).

Ahora bien, debo ser honesto y decir que la Chorillana no se encuentra entre nuestras preparaciones predilectas. Básicamente, porque encuentro que nuestro clásico Lomo a lo Pobre es una mucho mejor mezcla de carne, papas fritas, cebolla y huevos. Pero -como dicen por ahí- que en gustos no hay nada escrito, bien valía la pena dedicarle unas líneas en su día. Aunque claro, como también lo dijimos, un día artificial.

Pero más allá de todas estas aprehensiones personales, de seguro que cientos de miles de chilenos hoy decidirán compartir una Chorrillana con sus amigos. Y eso nunca es malo.

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