No se trata de ser discriminador, ni de tener horribles creencias como que el cáncer o la homosexualidad son contagiosos. Pero el dicho “dime con quien andas y te diré quien eres” parece aplicar en este caso, pues según investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Loyola en Chicago entre adolescentes y jóvenes es más probable que las influencias recaigan incluso en los hábitos tanto de consumo de calorías como de actividad corporal.
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Es por eso que si tienes amigos más gordos que tú, lo más probable es que termines subiendo algunos kilos. A su vez, plantea que no solo los grupos se dividen en el clásico “los nenes con los nenes” y “las nenas con las nenas”, sino también “los gordos con los gordos” y “los flacos con los flacos”.
Esto porque hay intereses que los unen. Mientras en el primer grupo podría tener como panorama recorrer todos los restaurantes de la ciudad, en el otro puede que practique en conjunto la escalada de un cerro o un circuito en bicicleta.
El estudio dirigido por el doctor David Shoham, involucró a casi 1.800 adolescentes de dos escuelas secundarias en Chicago. Los resultados mostraron, por ejemplo, que un estudiante con un Indice de Masa Corporal (IMC) en el límite entre delgadez y sobrepeso (24 o 25) que tenía amigos delgados (IMC de 20) tenía 40% más probabilidad de reducir su IMC y 27% más probabilidad de incrementarlo.
Pero si un estudiante con sobrepeso (25 o más) tenía amigos obesos (30 o más), tenía 15% más probabilidad de reducir su IMC, pero 56% más probabilidad de aumentarlo. Por lo tanto la obesidad sería contagiosa.
El impacto en la salud que tendría la elección del grupo de amigos es un dato relevante para advertir que en general la influencia social “tiende a operar más en direcciones perjudiciales” que en direcciones beneficiosas, especialmente en lo que se refiere al Indice de Masa Corporal.
Anteriormente habíamos visto que la contaminación también incide en la creación de una persona obesa. Científicos de la Universidad de Columbia, en Nueva York, Estados Unidos concluyeron que producto de la contaminación, las mujeres embarazadas pueden absorber químicos, que provocarían que el feto sea en el futuro un niño obeso. Además, la contaminación está relacionada a las grandes ciudades en las cuales se consume mucha comida altamente procesada, por lo cual los niños estarían expuestos a comer chatarra prolongada y recurrentemente.
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Las influencias externas son por lo tanto las causantes de esta epidemia a nivel mundial. El sobreconsumo, la vida sedentaria e incluso el status que implica la buena mesa valida esta tendencia y la hace funcional a la vida moderna.
Fuente: La obesidad se contagia entre amigos (BBC)