La isla de Bangka, en Indonesia, tiene una larga historia de minería de estaño la que tras años de actividad se ha hecho sentir en la tierra, dejándola llena de cráteres, ácida y no apta para la agricultura.
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Un grupo de empresarios que solían estar involucrados en la industria minera se encuentran en proceso de transformar 300 hectáreas de esta tierra en ruinas en una exuberante jardín botánico con lagunas para peces, prados, huertas y campos de arroz.
Para conseguir este paraíso se utiliza piedra caliza dolomita, principalmente para reducir la acidez del suelo, pero el que quizás sea el ingrediente más importante de este proceso es el estiércol de vaca, que se obtiene de un rebaño residente de 400 animales.
Después de ser fermentado durante dos semanas para revivir sus microbios, una tonelada de estiércol se añade a la tierra cada día. De hecho, por cada hectárea se requieren 15 toneladas de estiércol.
Las vacas se alimentan con pasto que se produce en el mismo jardín y su leche se entrega de forma gratuita a los niños de las escuelas locales. Las frutas y verduras cultivadas en las plantaciones se venden para generar ingresos y que así la empresa sea autosuficiente en materia económica.
El Jardín Botánico Bangka se convirtió de un terreno estéril en un próspero hábitat, hogar de unas dos mil especies de flora y otras 200 de fauna.
Puedes ver un vídeo de este maravilloso proyecto en el siguiente enlace.
Fuente: Wasteland Renewal (Al Jazeera)