Los científicos creen que hace miles de años, la megafauna ayudo a dispersar las semillas de muchas plantas enormes. Estos animales, como los mastodontes, comían las semillas y luego las depositaban al hacer sus necesidades en distintos lugares. Pero con la desaparición de estas criaturas, ¿cómo sobrevivieron las plantas? Una de las respuestas son los roedores y su intruso amor por las cosas.
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En Panamá, las semillas de palma negra son el objetivo principal del agutí, un roedor del tamaño de un gato doméstico. Demasiado pequeño para dispersar las semillas al digerirlas, al agutí le gusta acapararlas y masticarlas, con lo cual las deja desperdigadas en sus andanzas. Pero, ¿es este un método tan eficaz y de largo alcance como lo fueron los enormes mamuts?
Mediante la instalación de un sistema de seguimiento radial en cientos de semillas, los investigadores fueron capaces de registrar el movimiento en el curso de un año, descubriendo que hay muchas más cosas sucediendo que el simple robo de semillas por parte de los agutíes.
Los roedores toman las semillas, se las llevan y luego las entierran. Más tarde, van y las desentierran para trasladarlas a otro lugar donde repiten el procedimiento. O bien otro agutí viene, se roba la semilla y repite el mismo proceso. Con esto concluyeron que si bien un roedor puede no moverse demasiado lejos, las semillas de todas formas se dispersan ampliamente.
Alrededor del 35% de las semillas trackeadas se desplazaron más de 100 metros, un 14% sobrevivió todo el año y una semilla se movió de lugar 36 veces en 749 metros, antes de ser devorada.
Wow. Interesante el experimento, pero ¿qué tan bien le hizo a los agutíes comer semillas con radio trackers?
Fuente: How Tiny Rodents Take the Place of Mastodons in an Ancient Ecosystem (io9.com)