Recuerdo que cuando era pequeño mi madre me daba para desayunar un yogur que era un poco raro, en especial porque antes de dármelo sacaba de él una “cosa”. Pues bien, se trataba de un kéfir, que no es más que una mezcla de bacterías y levaduras que en contacto con la leche u otros líquidos, segregan una sustancia que hace fermentar la leche y formar “ese yogur”.
PUBLICIDAD
Pues bien, el kéfir es una de esas cosas que cuando se menciona, siempre alguien lo ha tomado, o conoce a alguien que lo toma y lo tiene. De hecho, la mejor forma de conseguir kéfir es siempre buscar entre los amigos, porque seguro que al final llegas a alguien que te da un poco para iniciar tus elaboraciones en casa.
Tipos de kéfir
Os comentaba que el kéfir se introduce en leche, pero también hay otros tipos de kéfir que crecen y se desarrollan en otros líquidos como son el agua o el té, a este último se le denomina kombucha.
Ahora bien, que vosotros queréis kéfir de agua y lo tenéis en leche, lo único que tenéis que hacer es meterlo en agua y el mismo se irá adaptando. De hecho esta es una de sus características, hablar del kéfir como “él”, se le otorga una personalidad y una importancia realmente curiosa. La otra característica es que se adaptan al medio.
Otra cosa diferente es el kéfir de kombucha. En ese caso es un kéfir diferente con unas características diferentes.
Qué kéfir es el mejor
Si estáis pensando que todos los kéfir son iguales y todos tienen las mismas características, debéis saber que no es así. El kéfir de leche, al fermentar en medio que tiene sus propios nutrientes nos va a reportar unos beneficios modificados por la acción de la leche.
Otro punto a tener en cuenta es que el kéfir se puede consumir de muchas formas. Porque seguro que os estaréis preguntado por cómo comer el kéfir de agua. En ese caso, lo mejor es utilizar el propio kéfir en las elaboraciones. De hecho es incluso la mejor forma de consumirlo, en especial para los intolerantes a la lactosa. Y si no, utilizar el agua gelificada que se forma en otras elaboraciones, eso sí tiene un sabor ligeramente ácido, como el producto que resulta del kéfir de la leche.
PUBLICIDAD
Sin embargo, el kéfir de agua si que aportará todos los beneficios probióticos que contiene el kéfir. Por ejemplo, entre los beneficios que tiene se ha demostrado en estudios que el kéfir tiene una actividad antibacteriana sobre algunas de las bacterias que causan enfermedades gastrointestinales más comunes. También se han desarrollado estudios que demuestran que ayudan a curar heridas superficiales si se aplican cremas elaboradas con kéfir.
Cómo utilizar y conservar el kéfir
Una de las cosas que tenemos que tener claras es que es muy fácil obtener el “yogur” con el kéfir, solo hay que seguir unos pasos y consejos.
El primero es que no debemos tocar el kéfir con un metal, aunque si lo tocáis tampoco le pasará nada. Esto forma parte más de lo rumorología que de otra cosa. Pero como todas las leyendas, lo bueno es cumplirla.
Para conservar el kéfir durante un tiempo podemos hacer varias cosas:
1. Lavarlo bien e introducirlo en agua y dejarlo en la nevera. El frio retarda su actividad y puede estar así varios días sin problemas.
2. Cortarlo en porciones, si es muy grande, y congelarlas. Después se regenera introduciéndolo en un líquido –agua o leche- de la misma forma de siempre.
Para usar el kéfir de forma normal, solo tendremos que introducirlo en leche o en agua y dejarlo a temperatura ambiente entre 24 y 36 horas. Pasado este tiempo podríamos sacarlo, lavarlo y volver de nuevo al principio. Y por supuesto utilizar la leche fermentada para tomarla tal cual o bien en algunas recetas.
Fotografías David Niergarth