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Rey de España quiebra su cadera en monárquico viaje de caza de elefantes en Botswana

Este “juego peligroso” no es algo nuevo a sus 74 años. El “deporte” es practicado dinásticamente ya que es “una pasión familiar”.

La crisis ética de la autoridad y los poderosos, es más evidente que nunca. Ya era conocido que la familia Real de España tenía el repugnante y exclusivo gusto por los safaris de caza en África, al igual que la familia del multimillonario Donald Trump. Ambos solo por un afán “deportivo”, ya que la masacre de estos animales no sirve para vender su carne o traficar sus valiosos cuernos.

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El simple gusto por este “juego peligroso”, hizo que el Rey Juan Carlos de España, a sus 74 años y con un delicado estado de salud, acudiera a Botswana en un secreto viaje de placer, que quedó en evidencia luego que en el lugar de alojamiento, tropezara en una escalera y quebrara su cadera derecha en tres partes.

Ya todos se preguntaban porqué el personaje de la farándula V.I.P de la madre patria no había ido a visitar a su nieto, Felipe Juan Froilán, de 13 años, que coincidentemente con esta filosofía de la violencia, se disparó accidentalmente en el pie con una escopeta que tenía en su poder.

Pues bien, su abuelito, el Rey, estaba también herido, pero por acudir a matar búfalos y elefantes a África, en un momento político en el que la dinastía encuentra una gran desaprobación por sus gastos excesivos, en medio de una crisis financiera que ha aplicado recortes por € 10.000 millones en educación y sanidad.

Es así como resulta escandaloso y aun más, insultante el recorte en el presupuesto que el Estado tiene para mantenerlos, de un 2%, cuando se pone en evidencia que la Realeza se atreve a gastar entre € 7.000 y 20.000 por elefante muerto. Según El País, la empresa Rann Safaris (cuyo dueño es amigo del rey) organiza cacerías de elefantes y ofrece un “safari cinegético” de 14 días por € 45.000.

Mientras el mundo político se horroriza por los gustos “a cuerpo de rey” que se da con dineros públicos, los animalistas se horrorizan con la tortura de animales indefensos que están además, en grave peligro de extinción.

No existe ilegalidad, ya que al ser Parques privados, la caza es un potencial permitido para aumentar el turismo de gente muy adinerada, con una afición desmedida por la casa, que según un estudio de Dimunitive Male Genitalia Disorder, en su mayoría tendría graves problemas sexuales, dado a que tendrían una  anormalidad en el tamaño de sus genitales o “inversión” del pene provocada por la mutación del cromosoma 21.

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La única forma de satisfacerse y empoderarse de su cuerpo con la sensación de “hombría” sería cazando en desigual correlación de fuerzas a un animal salvaje.

Pena y asco (por el grado de inconsciencia humana)  se confunden, así que si eres sensible no veas el video a continuación de Jeff Rann, el asesino de elefantes y búfalos, amigo del Rey, que lo asesora en su monárquico, ostentoso y sangriento pasatiempo:

  1. La fotografía fue filtrada en 2006

 

 

 

 

 

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