Hace rato que Chile tiene como primera, segunda y tercera ideología el neoliberalismo. Lo vemos por como funcionan las leyes, la educación, la minería y en Aysén con el fuerte alzamiento ciudadano.
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Ante todo este panorama, hay un negocio muy rentable y millonario, del que pocos tienen noción. Se trata del negocio de las tierras “protegidas” de Chile.
El problema medioambiental preocupa a casi todas las naciones del globo, a las organizaciones y a los ambientalistas. Grandes sumas de dinero son donadas a la causa de “Proteger la naturaleza de la Tierra”, sin embargo muchas de estas “donaciones” son en realidad inversiones a largo plazo.
La privatización de la áreas protegidas es una práctica muy utilizada para que particulares compren una tierra a un precio muy barato y se hagan cargo de ella, incluso usufructuándola para ganar dinero. Los chilenos que han comprado más terrenos e invertido varios millones de dólares en este “negocio verde” son los multimillonarios: Eliodoro y Bernardo Matte, Andrés Ergas, Andrónico y Jean Paul Luksic, Gabriel Ruiz-Tagle e incluso el presidente Sebastián Piñera. Todos ellos ganarán millones de dólares gracias a las leyes del conservacionismo.
La firma Patagonia Sur es parte de este nuevo conservacionismo. Lo que hace, es buscar accionistas nacionales y extranjeros, tras crear un fondo hace producir las tierras de manera sustentable, luego obtiene ganancias gracias a las compensaciones de carbono, un servicio de eco-corretaje y un club de membresía. Al cabo de 10 años, los inversionistas, que pagan 350 mil dólares por acción, reciben 2 millones de dólares, además de poseer los activos y la totalidad de los flujos provistos por el negocio. En el futuro este negocio será aun más rentable, cuando en Chile se haga más popular la venta de bonos de carbono a aquellos países que por su industrialización no pueden bajar sus emisiones de CO2.
Por otro lado, hay varios que no están de acuerdo con este nuevo negocio disfrazado de protección ambiental, especialmente los pobladores cercanos a los terrenos comprados por los empresarios. Lo que más indigna a la gente, es que algunas hectáreas se venden muy baratas; en la Villa Ohiggins (ubicada en la Región de Aysén) por ejemplo, Andrónico Luksic adquirió, hace 10 años, 35 mil hectáreas, pagando tan solo 50 mil pesos por cada una de ellas. La comunidad no quiere que el empresario adquiera más terrenos y repudian profundamente que a ellos se les pongan más trabas, ya que la municipalidad se ha demorado años en entregarles los títulos de dominio a ellos que son nacidos y criados en la zona.
Muchos ojos miran con desconfianza el anuncio de Sebastián Piñera sobre proyecto de ley que busca la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas. El temor radica en que las tierras protegidas sean privatizadas en su totalidad, escenario que no está lejos de presentarse.
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Según está ley habrían 2 servicios: Primero uno público, que “descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propio, sujeto a la supervigilancia del Ejecutivo por medio del Ministerio del Medio Ambiente.” Mientras el segundo, y más peligroso, “considera tanto las áreas protegidas del Estado como las áreas silvestres protegidas de propiedad privada, tiene por objetivo asegurar la conservación de una muestra representativa de la biodiversidad y del patrimonio ambiental del país.”
El problema de esta posible ley es que se pueden otorgar las concesiones de la administración a terceros y permisos de uso al interior de las áreas silvestres protegidas del Estado. Todo esto sin necesidad de una licitación pública. Esta situación podría hacer que el estado pierda parte del patrimonio público, afectando a la ciudadanía y a los pueblos originarios.
Cabe señalar, que aunque los empresarios queden a cargo de áreas protegidas, esto no les impide hacer ciertas intervenciones en las tierras adquiridas, como parques u Hoteles. Así sucedió en la reserva ecológica Huilo Huilo, donde el empresario Víctor Petermann construyó un hotel resort, aunque en este caso la construcción es amigable con el entorno.
Los empresarios han podido adjudicarse grandes terrenos protegidos gracias a dos caminos: Uno es que un terreno sea declarado como santuario de la naturaleza, en este caso el terreno queda bajo el ojo del Consejo de Monumentos Nacionales, pero de todas formas se pueden comprar, tal y como hizo el extranjero Douglas Tompkins con Pumalín.
El otro camino (el más utilizado últimamente), es comprar terrenos con el objeto de conservarlos. En esta práctica, el privado interactúa con el Estado a la hora de adquirir lastierrs, pero no hay ningún organismo que garantice que las hectáreas serán bien utilizadas.
Fuente: El negocio de las tierras protegidas en Chile (El Ciudadano)