Es una pena cuando alguien no te corresponde. Ya sea el tipo que siempre miraste y sabes que está con otra, o cuando el chico con el que salías te despacha o cuando tu pololo eterno, del que estás muy enamorada, te deja.
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No creo que nadie que lea no haya sufrido por amor. Yo soy una de ellas y la verdad es que descubrí, que luego de pasar por muchas cosas extremas en mi vida, las penas de amor no se comparan con nada. Es una especia de dolor generalizado y muchas veces, si no tienes fuerza de voluntad, terminan por abatirte y hasta te hacen sentir como si por dentro estuvieras podrida. Todo te recuerda a él, andas con pocas ganas de comer, como con una sensación parecida a lo que sientes antes de dar un examen importante.
Por otro lado, hay algo que muchas veces nos impide olvidarnos de esa pareja que de cierta manera nos marcó. En mi caso lo llamo la esperanza. Esa terrible ilusión de sentir que en cualquier momento él te buscará y te pedirá que vuelvan a estar juntos o te diga que le encantas. Esa poca capacidad de convencerse de que simplemente no te quiere.
Es así como empezamos a buscarle explicaciones básicas a sus “me gusta” es tus comentarios en el muro de Facebook de un amigo en común o a la manera que te miró ese día que se toparon en un cumpleaños o en que aún no borra las fotos de ambos de su perfil. Eso no dice nada. Quédate con sus palabras y actitudes.
Si te dijo que no te quiere como pareja, que está bien solo y con sus actitudes demuestra que no le importas, es porque es así. No sigas atormentándote con que algún día será para ti. No pierdas el tiempo y aprovecha de disfrutar la vida.
¿Te has ilusionado y no has podido sacarlo de tu cabeza?
