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El tradicional huerto puede volver recargado con aplicación iHuerting

Parece ser una noticia de ecogadget, y lo es, pero el asunto se colocó, un tanto personal.

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Y nadie tiene la culpa, ¿Okey?  Esa negligencia es producto de la ardua jornada los que ahí ahora viven y que por causas multifactoriales dejaron morir el huerto (un perro loco que debió ser llevado al campo, un conejo, que una vez regalado a la nana para tener mejor vida, lamentablemente pasó a mejor vida, entre otras razones) pero que por sus riegos, aunque sean escasos, todavía -o a penas- viven los frutales y el laurel de flores rosadas.

Pero ciertamente, si mi hermano tuviera en sus aparatos tecnológicos el iHuerting, una aplicación que te ayudará a cuidar de tu huerto de una forma intuitiva, sencilla y divertida, recordándote cuando regar, fertilizar y tratar tus plantas para prevenir plagas, mediante frases simples como recordatorio en tu tablet, el patio, seguiría con tanta vida y salud, como en esos años cuando el pater, agricultor nato, se encargaba de florecer las matas.

Nosotras con mi amiga Leslie, compartimos un departamento en el que tenemos un espectacular huerto en el balcón del del octavo piso. Emplazado a menos de una cuadra de el Palacio de La Moneda, y a metros de la Torre Entel, en el corazón del polucionadoSantiago de Chile, nuestro pequeño “jardín secreto” cuenta con diversos tipos de Aloe Vera, San pedro, Romero, Orégano, Lavanda, Melisa, Ruda, Llantén, Menta, y otras plantas que no sé cómo se llaman, pero tienen forma de palmeras pequeñas, además de ficus de distintos portes, incluso uno gigante como árbol que está en el living, y las infaltables chifleras. También hay un par de hermosas enredaderas con flores rojas y fucsias.

Tanta maravilla es sólo posible gracias al abnegado cuidado que recibe noche a noche de Leslie, quien riega las plantas mientras yo le converso, o simplemente estoy durmiendo cansada, porque para qué vamos a estar con cosas, el asunto de la jardinería no me fue heredado. Sólo me alcanza para el cuidado de mamíferos como mi perro Volvo, mi gato Artemio, y mi hijo Claudio.

De todas formas, las rocío con una de esas botellitas como los que hay en las peluquerías, siempre pensando en esa posibilidad de la cual nos habla la gran genio y figura Violeta Parra: “Para olvidarme de ti, voy a cultivar la tierra. En ella espero encontrar remedio para mi pena”. Porque, ciertamente un huerto alegra el corazón, y su cuidado nos sirve de terapia.

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