El caso HidroAysén tiene un precursor evidente en la represa y central hidroeléctrica de Ralco, emplazada en el Alto Bio Bio, en la zona sur de Chile.
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Ese proyecto, autorizado en 1998 durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, e inaugurado durante la presidencia de Ricardo Lagos Escobar, es una de las centrales hidroeléctricas más importantes de Chile, aportando algo así como un 10% de la generación del Sistema Interconectado Central (SIC), equivalentes a más de 640MW. Con una caída de 175 metros, un volumen de 1.200 millones de m3 de agua y una superficie inundada máxima de 3.467 hectáreas, es en términos de generación versus superficie una de las más eficientes del mundo, pero su construcción no estuvo libre de problemas.
Cientos de familias de la etnia Pehuenche residentes en el lugar se opusieron a la central durante años y terminaron cediendo luego de una potente mezcla de presión de las autoridades y de compensaciones de Endesa, la empresa detrás del proyecto. A siete años de su entrada en funciones, Revista el Sábado publicó el 28 de mayo una radiografía acerca de las condiciones de vida que hoy tienen esas familias pehuenches. Les cambió la vida, pero no para mejor.
La problemática Pehuenche en Ralco
Puede parecer oportunista reflotar el problema Pehuenche ahora que HidroAysén es tema contingente, pero creo que todos sabemos que una de las pocas maneras de no tropezar dos veces con la misma piedra es tener clara nuestra historia. La gente tiene mala memoria, no acostumbra recopilar ni releer material documentado hace años y cada vez que los pasan a llevar piensan que es la primera vez que les ocurre aunque -sin saber por qué- lo perciben como una sensación familiar. Eso tiene una explicación: el atropello de HidroAysén ya ocurrió en Ralco. Y fue peor, y lo pudieron hacer igual con la venia del ejecutivo.
Aunque la superficie inundada de Ralco es menor a la que contempla HidroAysén, la problemática de aquella central fue mucho más seria porque involucró no solamente consideraciones ambientales sino también étnicas. El lugar donde Endesa quería construir la central correspondía a las tierras del pueblo Pehuenche. En esa tierra no solamente recolectaban su sustento y tenían su morada, sino que ahí estaban sus lugares sagrados y sus cementerios ancestrales. La Ley 19.253, promulgada en 1993 bajo el gobierno de Patricio Aylwin y conocida como “Ley Indígena” establece en su artículo 13 que:
Las tierras a que se refiere el artículo precedente, por exigirlo el interés nacional, gozarán de la protección de esta ley y no podrán ser enajenadas, embargadas, gravadas, ni adquiridas por prescripción, salvo entre comunidades o personas indígenas de una misma etnia.
Pero deja espacio para una salida conveniente, que permite permutar las tierras indígenas por otras de igual valor siempre que la permuta sea aprobada por la comunidad y la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI). En este caso, ENDESA adquirió los fundos El Barco, El Huachi y Santa Laura para ofrecerlos en permuta. Pusieron 20.000 hectáreas en la mesa para pedir 638 hectáreas a cambio, sosteniendo que eran tierras más fáciles de cultivar y con grandes bosques de araucarias. Lamentablemente para ellos, la mayor parte de las familias pehuenches se manifestaron contrarios a la permuta, y también estuvo en contra Mauricio Huenchulaf, director de la CONADI.
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ENDESA aumentó la oferta limitándose no sólo a ofrecer más terrenos, sino grandes programas de asistencia, capacitación, apoyo sicológico, infraestructura, fuentes de trabajo, educación escolar, asesoría agrícola y por supuesto dejar una fortuna para el munipio por concepto de impuestos. Pero los pehuenches no querían no por que no les conviniera. De hecho parecía convenirles muchísimo, pero no querían porque el pensamiento pehuenche es distinto al occidental. Para ellos la tierra no le pertenece a una persona, sino que las personas, como conjunto, pertenecen a la tierra, que los acoje y alimenta. Pedirle a los pehuenches que permutaran su tierra por otra y dejaran construir ahí un embalse es como si a usted, querido lector, le ofrecieran permutarle a su hijo por un niño más fuerte, más inteligente, rubio de ojos azules y trilingüe, porque a su hijo lo necesitan para hacer experimentos quirúrgicos. ¿No es una aberración? Tal como los hijos no son una posesión sino algo a lo que dedicamos nuestra vida, para los pehuenches fue un dilema ético y cultural tener que elegir entre el progreso y el bienestar de la mano de ENDESA y la austeridad tradicional de su tierra. Esa tierra donde, además, descansan sus antepasados y sobre la cual hoy hay 100 metros de agua, lo cual agrava la afrenta latente por cuanto para los pehuenches así como el agua que fluye simboliza la vida, las aguas estancadas (Pahuil) simbolizan putrefacción y malos espíritus.
Para inclinar la balanza, ENDESA ocupó el principio de “dividir para vencer”. Levantó a líderes alternativos dentro de las comunidades, brindando todo su apoyo a los que empezaron a hablar a su favor. Muchos Loncos o jefes comunales empezaron a apoyar la idea porque vieron que era la manera de asegurar un mejor pasar para su gente, incluso a costa de abandonar unos terrenos con los cuales su cultura era consustancial.
El segundo escollo provenía de la CONADI y ahí ENDESA no tenía cómo sacar del camino a Mauricio Huenchulaf, pero el gobierno de Eduardo Frei se encargó de él, destituyéndolo de su cargo y reemplazándolo por alguien que apoyaba la permuta de tierras. La amistad entre Eduardo Frei y José Yuraszeck, en esa época presidente de ENDESA, pudo más que la ley del gobierno anterior. Un estudio del Instituto Libertad y Desarrollo deja en claro la visión de los privados sobre la CONADI:
Si las comunidades pehuenches tuvieran la libertad para negociar en forma individual, sin la intervención de la CONADI, es probable que el conflicto se hubiera solucionado más rápido y a un menor costo para ambas partes y hoy la central Ralco estaría en funcionamiento o bien se habría desechado su construcción en el lugar original.
Los comentarios sobran.
La Problemática Ambiental
Junto con el problema de la Ley Indígena, que era muy visible, estaba el problema ambiental que pasó a segundo plano pero no por ser menos grave.
Si le contáramos al lector que la empresa presentó un informe incompleto, que carecía de la profundidad necesaria para ser evaluado seriamente, que no se hacía cargo o bien omitía la mayor parte de las consecuencias ambientales que tendría la construcción del embalse, que debió haber sido rechazado pero inexplicablemente, en cambio, recibió una segunda oportunidad en la forma de Addendum, y que a la larga terminó siendo aprobado en la Evaluación de Impacto Ambiental, algunos pensarán que nos referimos a HidroAysén. No, estimado lector. Lo mismo ocurrió con Ralco. Era 1996 y la CONAMA se disponía a entregar un informe rechazando el proyecto, el cual terminaba con las siguientes palabras:
Las deficiencias del estudio de impacto ambiental se traducen en que el proyecto no se hace cargo, ni siquiera ligeramente, de sus efectos más relevantes…lo que implica que no se cumplen los requisitos de aprobación que establece el artículo 16 de la ley de Bases del Medio Ambiente. Por lo tanto, el comité revisor recomienda el rechazo del proyecto presentado en el estudio de impacto ambiental Central Hidroeléctrica Ralco, de la empresa Endesa.
La directora de CONAMA, Vivianne Blanlot, nunca llegó a firmar ese informe. Antes de la entrega se supo del rechazo y el gobierno central interceptó el informe ordenando dar una segunda oportunidad. Juan Pablo Orrego, director del Grupo de Acción por el Bio Bio comentó después:
Tuvimos llamados en julio del año pasado de funcionarios de la CONAMA llorando a mares por teléfono, por la humillación que habían sufrido al obligárseles a darle la pasada a Ralco, cuando la decisión técnica de todo el equipo más la evaluación de todos los servicios técnicos era el rechazo del proyecto. La CONAMA se doblegó ante la presión política del gobierno
Vivianne Blanlot dejó la dirección de la CONAMA poco después, pero volvió a trabajar en el gobierno cuando el año 2000 tomó la dirección de la Comisión Nacional de Energía.
¿Qué faltaba puntualmente en el informe EIA de Ralco? Según no menos de 20 estudios encargados por GABB, los problemas tenían 4 grandes aristas:
- No se contemplaba la particularidad de la zona, siendo uno de los pocos lugares del planeta donde confluyen tres ecosistemas (norteño seco + austral lluvioso + valle central). Esto implica que destruyendo ese punto de confluencia muchas especies tendrán dificultad para migrar a otro sector idóneo
- No se contemplaba que entre las mentadas especies había al menos 25 en peligro de extinción incluyendo el Cóndor, el Zorro Andino y el Quique (un mustélido acuático de agua dulce), cipreses y araucarias de alta montaña
- No se medían las consecuencias de entubar 10 Km de rio y secar el terreno sobre ellos, ni el hecho de interrumpir el flujo natural de sedimentos y nutrientes rio abajo, ni el tránsito de especies en ambas direcciones
- No se estudiaron las consecuencias geológicas de añadir 1.200 millones de toneladas de peso a la cuenca, lo cual puede desestabilizar las placas en la región y hacerla más vulnerable ante la eventualidad de erupciones volcánicas o terremotos.
Hubo una parte, además, en que se entremezclaron las medidas de mitigación ambiental con las de mitigación indígena. El fundo El Barco se compró a la familia Vial con la intención de reforestarlo a modo de compensación por los bosques sumergidos, pero en el camino se convirtió en el destino de la relocalización pehuenche. Al respecto, el estudio original no contemplaba que esa tierra se usara para cultivo, por lo que no se hizo un catastro intensivo de su idoneidad, excepto por una hijuela de menos de 1000 hectáreas. Sí se determinó que, a diferencia de Ralco Lepoy, las tierras de relocalización no podían cultivarse mediante secano, y eso constituía una dificultad para un pueblo que a lo largo de los siglos nunca ha utilizado técnicas de regadío, las cuales ahora tendrían que aprender.
Epílogo
No tenemos suficiente información como para pensar que la construcción de Ralco influyó en las consecuencias amplificadas del terremoto del 2010 en la Región del Bio Bio, por lo que el aspecto geológico quedará relegado a la incertidumbre quizá para siempre. Sí podemos observar en cambio qué ocurrió con las familias pehuenches relocalizadas, que son el centro del artículo de la revista El Sábado.
Para empezar, ENDESA se asesoró con sicólogos y antropólogos para la relocalización de Quepuca Ralco y Ralco Lepoy. El líder de ese equipo fue Leopoldo Bartolomé, antropólogo argentino con amplia experiencia en la relocalización de la etnia Yasiretá en Argentina, Paraguay y Uruguay. Nadie mencionó que los Yasiretá hoy viven en condiciones miserables.
Ciertamente, el fundo El Barco constituye una extensión de terreno mucho mayor que la que ocupaban las familias en Ralco Lepoy, y que en un programa de cuatro años que coincidió con el tiempo de construcción de la central, ENDESA condujo programas de capacitación y asistencia agrícola. Los terrenos de El Barco fueron fertilizados y arados, y los pehuenches conocieron la agricultura intensiva. Sin embargo los expertos advirtieron dos condiciones que se han ido materializando. Primero, que El Barco está sobre los 1000 metros sobre el nivel del mar, a diferencia de Ralco Lepoy que estaba a 600 metros.
La diferencia de altura cambia el comportamiento de los cultivos, y para los pehuenches, con las técnicas que manejan, es muy complejo. Segundo, el subsuelo de El Barco es de origen volcánico (cenizas provenientes de los volcanes Callaqui y Copahue). La capa vegetal es delgada y frágil, por lo que incluso con técnicas modernas de fertilización se agotará el suelo fértil en pocos años, generando la desertificación de la zona. Adicionalmente, cada año caen 4 metros de nieve en el lugar, por lo que la gente queda aislada e imposibilitada de hacer cualquier actividad productiva. En palabras de José Millanao, de la comunidad El Barco:
Nosotros antes teníamos una o dos hectáreas de tierra allá abajo en Lepoy. Apenas nos alcanzaba para criar algunas aves, animalitos y hacer huerta… Acá Endesa nos paso veinte hectáreas promedio. Todos lo vimos como un avance ya que acá podríamos criar más animales, sembrar y mejorar nuestra situación. Sin embargo, hoy estamos casi peor que antes. Los animales se nos mueren en invierno, los mata la nieve cuando se accidentan en las quebradas o se acaba el pasto y no hay forraje… Ahora los estamos vendiendo casi todos, para poder comprar mercaderías o para pagar las deudas que tenemos con la propia Endesa
Justamente respecto a la desertificación, uno de los problemas de las tierras permutadas es la falta de agua. A Berta Quintremán (en la foto), una de las dos hermanas símbolo de la resistencia pehuenche, le dieron un terreno sin agua. Ella a esa altura ya era una especie de celebridad y no se amilanó para tomar un bus a Santiago e ir a reclamarle al presidente Ricardo Lagos, quien no pudo menos que atenderla en persona en La Moneda. Cabe preguntarse si otras familias tuvieron problemas similares y si los recibieron con un café en La Moneda para solucionarlo.
Por otro lado está el tema infraestructura. ENDESA llevó a algunos líderes comunales a visitar poblados de indígenas relocalizados en Argentina, en donde pudieron apreciar en vivo y en directo cómo era tener caminos pavimentados, agua potable, alcantarillado, luz eléctrica, TV satelital y teléfono. Eso y más les ofreció ENDESA a los pehuenches, incluyendo un cementero y un jardín infantil con equipamiento completo. ENDESA cumplió con ambos, pero el cementerio nunca ha sido utilizado (los pehuenches prefieren cargar sus muertos a Ralco Lepoy) y el jardín está cercado por una alambrada. Nadie sabe cuándo podrá operar. Daniel Salamanca, administrador municipal, dijo a El Sábado
No estamos en condiciones de que ellos ofrezcan infraestructura y no asuman el gasto de la operación
Ese gasto sería de unos 24 millones anuales, que la municipalidad no tiene. ¿Pero cómo, si Ralco deja una fortuna en impuestos? En realidad Ralco se las arregló para tributar en otra comuna, donde está su sala de máquinas. En Alto BioBio pagan 1.2M de pesos de impuestos al año, lo cual no alcanza ni para un mes de funcionamiento del jardín.
En cuanto al resto de la infraestructura, en El Barco no hay nada. No hay comercio, no hay oficinas municipales, no hay colegios ni consultorios. Hay un solo camino de ripio que los comunica con Ralco y un bus que hace el recorrido una vez al día. El tendido eléctrico sí lo puso ENDESA, pero como casi nadie tiene trabajo (el desempleo alcanza el 90%) y subsisten con una economía de trueque, un 40% de las familias tiene la luz cortada por no pago. Los que sí tienen electricidad pagan, de paso, la segunda tarifa más cara del país, el KWh es un 67% más caro que en Santiago. A continuación, un esquema que muestra la ubicación de la municipalidad, la represa y el poblado de El Barco.
Las promesas de capacitación, empleo, turismo y toda clase de apoyo funcionaron al principio, al menos durante los cuatro años que duró la obra. 350 pehuenches tuvieron trabajo en la construcción, pero hoy ninguno trabaja en la central. Los programas de capacitación fueron impartidos, pero no hubo programas de emprendimiento y luego de la marcha subsidiada desapareció la demanda y no hay en qué usar las habilidades aprendidas (a menos que vayan a buscar trabajo a la ciudad, lo cual contradice todo el sentido de la relocalización) y el turismo, pese a que parecía prometedor los primeros dos años, también se extinguió al final de la obra. Por cierto, si uno visita Descubre BioBio, un sitio del Gobierno de Chile destinado a fomentar el turismo en la región, no es posible encontrar alojamiento en la comuna.
Y en cuanto al dinero en efectivo que recibieron varias familias, lamentablemente la mayor parte no fue bien invertido. ENDESA no tiene culpa de esto, pero es peligrosa la combinación que se produce cuando una persona cambia sus raíces y su identidad por dinero. Al final ese dinero termina utilizado en estímulos autodestructivos y no es raro que en este minuto la principal causa de muerte en la comuna de Alto BioBio sea el suicidio, y que sea la comuna con más suicidos per cápita en el país. En palabras de Humberto Pereira Manquepi, estudiante de 17 años del Liceo de Ralco:
Los pehuenche pedimos que se desarrolle la educación intercultural bilingüe, porque la educación chilena no tiene identidad. Nos preparan para ser gringos o chinos… La interculturalidad no la entienden. Piensan que es un conflicto, pero no lo es. Es una relación entre dos o más culturas. Nosotros exigimos que nos respeten nuestro idioma, vestimenta y realidades culturales. El desarrollo de la educación de nuestro pueblo requiere reconocimiento de lo que somos. Por eso debemos exigir al gobierno un reconocimiento como pueblo, constitucionalmente, no como minoría étnica, sino como nacionalidad indígena
Humberto se suicidó el año 2006, en un fundo lejano donde pasó sus últimos días trabajando como temporero.
Conclusión
Sabemos que las características de HidroAysén son muy distintas a las de Ralco, por lo que las lecciones aprendidas sólo pueden remitirse a los aspectos que tienen en común. Puntualmente, a las promesas de mitigación que tienen en común. Resumiendo:
- Tarifa eléctrica: aunque no se prometió nada en este sentido a la etnia pehuenche, hoy pagan un 67% más que en Santiago.
- Fuentes de empleo: se prolongaron hasta que terminó la obra, luego despidieron a todos los lugareños.
- Infraestructura: se construyó todo lo que se prometió, pero la empresa no se hace cargo de la operación ni el municipio puede costearla.
- Turismo: los primeros dos años llegaron entre 2000 y 2500 turistas. Hoy sólo brindan alojamiento a los obreros que mantienen el camino.
- Más plata para la comunidad: no se cumplió. Las empresas no necesariamente tributan en la comuna donde llevan a cabo las obras más traumáticas.
- Indemnización para los relocalizados: se cumplió, pero el pueblo Pehuenche es hoy más pobre que antes, y tienen mayores tasas de alcoholismo y suicidios.
- Más y mejores terrenos para el cultivo: hay versiones encontradas. Definitivamente es más tierra, pero muchos expertos sostienen que no permiten el autosustento del pueblo Pehuenche ni son explotables en forma permanente.
Pero la conclusión más importante, la lección más importante que podemos extraer de Ralco guarda relación con algo que mi mujer me dijo ayer: “Si hay tantas razones para no hacerlo, y tanta gente en contra, es imposible que lo hagan”. Y yo le dije: “En Ralco había más razones para no hacerlo, no sólo ecológicas sino también étnicas. Y lo hicieron igual. Ahora van a hacer lo mismo”.
Como la respuesta que más se escucha ante artículos como este es en forma de la pregunta “¿Y qué alternativa sugieren?” despediremos el artículo recordándole a los lectores que el tema que nos convoca es lo que ocurrió con los pehuenches, a quienes les tiene sin cuidado cómo las industrias resuelvan sus problemas de abastecimiento eléctrico. Por si no quedó claro, digo yo.
Links:
Central Ralco: Las presiones indebidas del Gobierno de Frei (Mapuche Info)
Se inauguró la central hidroeléctrica Ralco en el Alto Bío Bío (Mapuche Nation)
Libertad y Desarrollo: Central Ralco y Crecimiento Económico (Libertad y Desarrollo)
Los Pehuenches después de Ralco (Revista el Sábado via Azkintuwe)
Suicidios, el calvario pehuenche (La Nación)
Los refugiados de Endesa (Askintuwe)