En su cuento “El Informe de Brodie”, el escritor Jorge Luis Borges imaginó a la tribu de los Yahoos, una raza primitiva que desconocía el tiempo, pero podía recordar eventos del día anterior o anticipar los del día siguiente. En el resto de su conocimiento, se entremezclaban indistintamente sus vivencias, sus sueños y los relatos de sus semejantes.
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Un estudio recientemente elaborado por las universidades de Portsmouth en el Reino Unido, y la Universidad Federal de Rondonia en Brasil muestra que la idea de Borges no era tan descabellada. Los Anondawa del Amazonas no conciben el concepto de tiempo como tal.
El Amazonas es una selva tan vasta, tan extensa y desconocida, que dentro de ella habitan tribus que hasta hoy, en plena época de satélites y GPSs, no han sido “descubiertas” por la civilización. En febrero les contamos cuando la tribu de los Yanomani fue avistada por primera vez, y por primera vez ellos contemplaron, todavía con mayor sorpresa, un helicóptero sobrevolándolos.
Los Amondawa fueron descubiertos antes, en 1986, pero para efectos de su cultura no están mucho más integrados que los Yanomani. Muchos han aprendido el portugués e incorporado algunos objetos manufacturados a su vida diaria, pero en general permanecen relativamente fieles a su estilo de vida, empezando por su idioma.
En un estudio publicado por las universidades de Portsmouth y Rondonia se indica al respecto que el lenguaje Amondawa revela la ausencia del concepto de tiempo, algo que es altamente inusual considerando que la gran mayoría de las culturas llega recurrentemente a mapear el paso del tiempo como si fuera una dimensión espacial, pensando que el pasado quedó “atrás” y el futuro nos espera “adelante”.
Pese a que los Amondawa entienden que un evento ocurre en un determinado momento, no asumen que el tiempo fluye independientemente de los eventos que puedan o no ocurrir. No tienen una palabra puntual para “tiempo” ni para ninguna subdivisión arbitraria como mes o año. Para ellos no tiene ningún sentido la idea de “trabajar toda la noche” porque lo que importa es el fruto de ese trabajo y no el intervalo empleado. Esto contradice cualquier concepto de eficiencia del método científico, pero por otro lado el pensamiento racional tuvo que atravesar la revolución industrial y el capitalismo antes de llegar a concebir el trabajo orientado a metas tres siglos después.
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Los Amondawa no miden su edad en años, obviamente, sino que se refieren a los distintos hitos de su vida y las distintas posiciones que van ocupando dentro de la tribu conforme pasa el tiempo y adquieren nuevas responsabilidades.
De este estudio se desprenden varias ideas que me gustaría compartir en alguna conversación a altas horas de la madrugada cuando todos nos ponemos filosóficos, pero hay algunas que no quisiera omitir en este momento, como el hecho de que algo que damos por absoluto y universal, como la concepción del tiempo, es sólo una convención que adoptamos por comodidad o por miedo a salirnos del molde. También que el sistema que la civilización ha construído para entender mejor la realidad termina siendo el mismo que nos esclaviza. El tipo que queda sin trabajo a los 50 años sabe que le será imposible encontrar algo igual a lo que tenía, pero es porque todos hemos contribuído a la noción de que la juventud es requisito para el empuje, como si la edad de una persona definiera de antemano qué puede o no puede hacer.
Por supuesto, en vez de basarnos en el estudio sobre los Amondawa para replantearnos mucho de lo que damos por inamovible, lo más probable es que ocurra lo contrario. Que los Amondawa terminen asimilados por la cultura imperante, y terminen olvidando su idioma, y contraigan las enfermedades del hombre civilizado y tengan que depender del sistema de salud del hombre civilizado, y trabajar como mano de obra no calificada en algún empleo que no tome en consideración su manera única de concebir el espaciotiempo. El gobierno de turno pensará que destinando un poco de plata para que tengan la misma salud y educación que la masa civilizada habrá hecho las tareas, mientras el resto nos olvidaremos de su existencia específica y seguiremos viviendo atados al tiempo, la eficiencia, la discriminación etárea, el ahorro para la pensión de vejez y la cobertura de salud, con la cual podemos tratarnos las enfermedades que contraemos justamente por trabajar mucho, dormir poco y respirar el aire de ciudades irrespirables.
Link: Amondawa tribe lacks abstract idea of time, study says (BBC)